La familia es la que ejerce un peso clave a la hora de que un niño en edad escolar lleve a cabo la citada deserción. Y es que el hecho de que este deje de asistir a clase está en relación, en muchas ocasiones, con las características de su entorno. Así, cuando el mismo tiene escasos recursos económicos, no tiene una residencia fija y además los padres no tienen formación académica, se dan los factores para que el pequeño no acuda al colegio.
Sin embargo, es innegable que en esa deserción escolar influye de manera notable una serie de factores que son relativos al propio niño y que determinan su falta de interés o de motivación para acudir a diario a clase. Entre aquellos se encontrarían, por ejemplo, que tiene problemas para el aprendizaje, que fuera de las aulas tiene que trabajar y tener responsabilidades de adulto por la situación que vive su propia familia, que posee rasgos agresivos o que tiene más interés en otras cosas que en formarse.
Es un concepto más reciente que el de fracaso escolar, con el que se tiende a confundir. La Unión Europea lo emplea para comparar la formación de los jóvenes de los países miembros, como forma de aproximarse a su futuro capital humano. En la "Agenda de Lisboa se fijó una serie de objetivos en diversos terrenos sociales. En educación, uno de los objetivos es lograr que el promedio de abandono escolar temprano de los países miembros fuese del 10% en 2010, es decir que el 90% de los jóvenes, entre 18 y 24 años esté cursando o tenga estudios superiores a los mínimos obligatorios. Como no se cumplió, el objetivo se repite para 2020, en la Agenda de Madrid.
Una de las ventajas de este indicador frente al de fracaso escolar estriba en que permite comparar países en los que el concepto de fracaso escolar es muy diferente.
Algunos estudios asocian el problema de la deserción con diferentes factores:
1) Económicos, que incluyen tanto la falta de recursos en el hogar para enfrentar los gastos que demanda la asistencia a la escuela, como la necesidad de trabajar o buscar empleo.
2) Problemas relacionados con la oferta o ausencia de establecimientos destinados a impartir educación de este nivel, lo que se relaciona con la disponibilidad de planteles, accesibilidad y escasez de maestros.
3) Problemas familiares, mayormente mencionados por niñas y adolescentes, relacionados con la realización de quehaceres del hogar, el embarazo y la maternidad.
4) Falta de interés de los y las jóvenes, lo que incluye también el desinterés de los padres para que continúen con sus estudios.
5) Problemas de desempeño escolar, como el bajo rendimiento, la mala conducta y problemas asociados a la edad (Merino, 1993; Piña, 1997; Espíndola y León, 2002; Orozco, 2004).